Les comparto el artículo “Reza por mí”
publicado en el ABC Sevilla, el 11 de marzo del 2018. El artículo se volvió
viral en España y ahora empieza a circular en México.
Su autor, Miguel Angel Robles, es Dr. en
Ciencias de la Información de la Universidad de Sevilla.
Antes de ello, incluyo un breve
comentario entrecomillado sobre dicho artículo que encontré en Internet.
“No es habitual que un artículo dedicado
estrictamente a la oración tenga una página entera en la sección de opinión de
un gran periódico. Esto ha ocurrido con el texto que firma Miguel Ángel Robles
y que sale publicado en ABC Sevilla bajo el título “Reza por mí” que se volvió
viral”.
*REZA POR MÍ*
Miguel Ángel Robles, ABC Sevilla, 11 mar
2018.
Rezar es una conversación con Dios. Es
el momento de más calma del día y, en mi caso, el de primera hora de la mañana,
poco más de las seis, y el agua de la ducha caliente cayendo despacio sobre los
hombros.
Rezar es una fotografía en sepia, un
regreso a la casa de tus abuelos y al tiempo sin tiempo de tu infancia.
Es un Padre Nuestro platicando con Dios
para que te ayude en los exámenes. Es el refugio del frío, y el silencio
acogedor. Rezar es tener memoria.
Rezar es lo que va antes del trabajo o
después del trabajo, y lo que nunca lo suplanta.
Es lo único que puedes hacer cuando ya
no puedes hacer más, y es la forma de comprometerse de quien no tiene otro
medio de hacerlo, como cuando rezamos por un enfermo que se va a operar y ya
está todo en manos del cirujano (y de Dios).
Rezar hace milagros, ofrece consuelo al
que reza y a aquel por quien se reza. Rezar nunca es inútil, porque siempre
conforta.
Rezar es decir rezaré por ti y, también,
reza por mí. Y es, por tanto, lo contrario a la vanidad.
Rezar es la aceptación de tus
limitaciones. Es aprender a resignarse cuando lo que pudo ser no ha sido. Es
vivir sin rencor, aprender a olvidar, aceptar la derrota con dignidad y
celebrar el triunfo con humildad.
Rezar es buscar las fuerzas si no se
tienen y confiar en que las cosas van a ser como deberían ser.
Rezar es optimismo, no dar nada por
perdido, luchar y resistir. Rezar es fragilidad y entereza.
Rezar es desconectar y apagar el móvil.
Es introspección en la sociedad del exhibicionismo. Es relajarse y calmar los
nervios. Y prepararse mentalmente para lo que ha de venir. No es solo buscar el
coraje, sino también la inspiración, la idea, el enfoque, la luz, el claro en
medio de la espesura.
Rezar es razonar, aunque parezca lo más
irracional que haya. Es la mente funcionando como cuando juegas un partido de
tenis. Es planificar y anticipar las jugadas. Es abstracción en los tiempos de
lo concreto y lo material. Es pausa en un mundo excitado. Es calma cuando todo
es ansiedad. Y es aburrido en la
dictadura de lo divertido.
Rezar es una forma extrema de
independencia.
Rezar es un placer oculto, que se
reserva para la intimidad. Un acto privado, y casi a escondidas, que, cuando se
hace acompañado, necesita mucha, confianza.
Rezar es una declaración de amor por la
persona que tienes en tus rezos. Es derramar tu cariño sobre los que más
quieres y sentir el cariño de los que rezan por ti.
Rezar es tener a otros en tus oraciones
y estar en las oraciones de otros, que es mucho más que estar solo en su
memoria.
Rezar, y sobre todo que recen por ti, es
la mayor aspiración que uno puede tener en la vida. Un privilegio inmenso. Es
querer tanto a alguien como para rezar por él, y que alguien te quiera tanto
como para rezar por ti.
¿Cabe mayor orgullo? ¿Existe mayor
plenitud que la de saber que hay una madre, un hermano, un hijo o un amigo que
quiere que Dios te proteja, y te dé salud, y te ilumine, y te ayude, y te
acompañe, y esté siempre contigo?
Rezar es tener fé. Tener fé en la vida,
en las personas, en tus amigos, en tus hijos, en tus padres, en Dios.
Rezar es un inmenso poder que nos
predispone al bien. “
*Rezar es creer y ser practicante de un
mundo mejor.*