Obamacare-Un puñal de doble
filo
Gustavo Gonzalez
Urdaneta, PhD
La ley Obamacare, de siete años
de edad, ha sobrevivido a las decisiones de la Corte Suprema y los intentos
agresivos de extinguirla por los republicanos en el Congreso y la Casa Blanca. En
Mayo 2017, después de meses de acaloradas negociaciones, incluyendo dos
intentos fallidos de lograr los votos dentro de su propio partido, la Casa de
Representantes logro apenas pasar su primer reemplazo real conocida como el
Acta del Cuidado de Salud Americana (AHCA); la cual tiene diversos motes, entre
ellos, Trumpcare o Wealthcare pues favorece más a los ricos que a los
verdaderos necesitados (seniors, discapacitados, pobres y condiciones
preexistentes).
Después de lograr el pase en la
Casa de Representantes, el Acta ha sido objeto de varios meses de deliberación
en el Senado, donde los legisladores de ambos partidos se han manifestado
contrarios al trato dado en ella a los pobres, a los viejos y a los 24 millones
amenazados de quedar sin cobertura. Cualquiera que sea el resultado de las
negociaciones bipartidistas en curso respecto a la revocación y reemplazo de
Obamacare, las mismas deben darle respuesta a los dos principales problemas
subyacentes en el sector salud de los EE UU: Cobertura y costos.
Esos son precisamente los lados del puñal de doble filo que representa
la revocación y reemplazo del Obamacare para la gestión de Trump y su
administración.
Si el Obamacare muere en el
Senado, como se puede esperar, aparentemente Trump y su administración no
actuaran sino que, como lo ha dicho, dejara que haga implosión. La idea de
derogar o esperar que haga implosión el Obamacare, sin haber aprobado un
reemplazo, según los expertos, dejaría sin protección a 18 millones de
estadounidenses durante el primer año hasta alcanzar los 32 millones de
personas en 2026 y habría un aumento de 20 a 25% en las primas durante el
primer año, que ascendería hasta 50% en
2020. Si logran revocarlo y reemplazarlo por el AHCA, en su mejor versión, no
solo no satisface las expectativas ni aun de los propios republicanos, sino que
los más afectados, precisamente, serán los grupos demográficos más propensos a
votar a su partido: los mayores que no están aún jubilados, obreros que han
perdido su empleo, mineros y habitantes de zonas rurales.
El miedo de sus representantes
es que su aprobación les supondría una catástrofe electoral en 2018, similar a
la que vivieron los demócratas en 2010. Los republicanos saben que “un voto” en
contra dejaría en entredicho el futuro de la legislatura y, en particular, la
imagen de Trump como "el gran negociador". El propio presidente ha dicho que la reforma
sanitaria ni siquiera era su prioridad, que él lo que quería era centrarse en
las grandes reformas fiscales que había prometido pero que necesitan los
recortes de impuestos que lleva incluidos el Trumpcare para sacar adelante la
reforma fiscal. Y cuanto más difícil parece su aprobación, más se ha
involucrado Trump, hasta el punto de poner su credibilidad y su poder sobre su
partido en juego. En una reunión de partido, Trump dijo que esta era su mejor y
única oportunidad de derogar el Obamacare y pronosticó que muchos
"perderían sus escaños" en las próximas elecciones si no se aprueba
el proyecto.
En ambos casos, implosión o
AHCA, la masa de ciudadanos afectados, a través de sus constituyentes, se harán
sentir en las elecciones del 2018 con la posible pérdida del control
legislativo. Mejor reparar la actual que
reemplazarla.
GEGU/31.7.17