Estimados amigos: Estimo que como muchos me debato en qué hacer el 6-D para no ser sólo un votante sino un actor, entre muchos, de la solución que todos esperamos y por eso planteo ese combate en los términos que de verdad nos deben animar y nos animarán, si hay la sinceridad y el ánimo de cumplir con Venezuela. Si se nos invita a simplemente ayudar a buscar espacios de convivencia con la traición y la satrapía, creo que no vale la pena votar. Ojalá se me entienda en lo que claramente expongo, y , más aun, exijo, de los que dicen representar a la oposición a este régimen, que somos amplia mayoría. Saludos, LBO
La renuncia de Maduro y el 6-D
"La fe es tal vez más fuerte que la realidad;
la fe crea la realidad" Menahen Begin
Cuando comencé, hace ya algunos años, estos artículos bajo el título de "Desahogos", califiqué de Dictadura, primero, y luego de Tiranía, el régimen encabezado por Hugo Chávez, hoy cedido a Nicolás Maduro. Entonces muchos lo calificaban de Democracia semi-autoritaria, Neo autoritarismo y demás eufemismos para disfrazar la verdad que no cura el tiempo, al decir del novelista español, Carlos Ruiz Zafón, a la vez que algunos nos calificaban de "radical", para después, sin argumentos acusarnos de "manager de tribuna" o "guerrillero del teclado"; con estos epítetos se pretendía descalificarnos para la discusión necesaria en identificar nuestro mayor problema y, por ende, encontrar el camino de solución. Hoy, después del aberrante juicio a Leopoldo López y los tres estudiantes injustamente presos, nadie discute a la opinión mundial que el régimen de Maduro, nacido de Chávez, es una espantosa Tiranía; un régimen totalitario que ahoga las libertades, dignidad y derecho de los habitantes de Venezuela. Todos los gobiernos americanos, y algunos europeos, de dolorosa y entrañable vinculación, hoy sufren la vergüenza de su complicidad y cobardía ante nuestra tragedia de más de 16 años. Bienvenidos los que han rectificado, porque todas las ayudas serán pocas para rescatar nuestra soberanía, democracia y libertad, y malditos los que calculan todavía. Ojalá los venezolanos no olviden el olvido que sufrimos.
Ahora nos corresponde a los demócratas reaccionar para la verdadera lucha que hay que dar. No hay otra salida, nos guste o no, que derrocar al régimen; sin dilaciones, desviaciones ni falsos combates. El trabajo por hacer, unos, valientemente, lo han llamado una Transición; una transición de la ignominia a la liberación, y otros han complementado la gesta con el nombre de La Salida. En todo caso ya no hay tiempo que perder pues el país no puede sufrir más. Nadie, ni los más tibios y complacientes con el chavismo, puede sugerir esperar; quien lo haga quedará en evidencia y será apartado del futuro pues el país se lo llevará por delante y ya hay algunos desechos que muestran lo serio de esta advertencia.
En el camino hacia la liberación se encuentra un hito que puede ser convertido en la palanca de la rebelión necesaria; me refiero a las llamadas votaciones para renovar la Asamblea Nacional que se espera que se celebren el día seis de diciembre próximo, el 6-D. Para ese acto se está convocando a los venezolanos a votar a conciencia de todas las amenazas que rodean el acto y que no voy a enumerar aquí. Todos saben de qué hablo. Pero encuentro que la convocatoria que se nos hace desde distintas fuentes opositoras no se centran en el objetivo real necesario sino que se plantean bajo excusas que pretenden ser más acuciosas para la sufrida población y que así encubren la dramática lucha que debemos dar y ganar. Se nos ofrece que de votar todos los que queremos un cambio se revertirá el fracaso económico, se conjugará la escasez de alimentos y medicinas, se protegerá el empleo, y se logrará abatir la inseguridad, cuando todo ello sólo es posible con un cambio del régimen, no sólo de gobierno, ojo, y no con la simple recomposición de mayoría y minoría en la Asamblea. Y la falta del objetivo real a que aspira el país puede comprometer el esfuerzo que se está convocando, y no quiero pensar que se trata de maniobra artera sino de indefinición estratégica. Que no digan que no es el momento de derrocar el régimen comunista; que no digan que para eso está previsto un referéndum el año siguiente o las presidenciales del lejano 2019, pues todos sabemos que si no logramos la liberación ahora, el 6-D, no habrá posibilidad de referéndum ni de triunfo el 2019. Precisamente por no ser materia de estas elecciones próximas es que es posible derrocar el régimen sátrapa dirigido desde La Habana; porque es el último momento para retar la solución. En la España monárquica de 1931 unas elecciones municipales aprovechadas anticipadamente por las fuerzas republicanas fueron la llave para lograr la abdicación de Alfonso XIII, aunque no fueron convocadas formalmente para derrocar al Monarca Borbón, pero el desastre de sus gobiernos y el ansia republicana se hizo conscientemente inevitable. De la misma forma que unas elecciones parlamentarias de 1989 en la Polonia esclava fueron concreta y correctamente planteadas por el movimiento Solidaridad como el instrumento de liberación de la dictadura comunista del Mariscal Jaruzelky y a los soviéticos, como ahora a los cubanos, no les quedó más remedio que aceptar la liberación de los polacos. En estos ambos ejemplos históricos recientes los dirigentes plantearon con tiempo y decisión el objetivo superior del rescate de la soberanía, el regreso a la democracia y la vida en libertad, mediante el derrocamiento del régimen opresor. Lo mismo toca hacer en Venezuela para el 6-D. La MUD y todos los convocantes a los electores deben plantear los términos de esa confrontación entre los que quieren la renuncia de Nicolás Maduro y de las cabezas de los poderes usurpados, y los que los respaldan y quieren seguir como vamos. No es la escasez ni la inseguridad, ni la inflación lo que hay que derrocar el 6-D, es el gobierno sátrapa que usurpa la soberanía nacional y nos hunde en la vergüenza mundial. Es así, con la consigna de la verdad, con el llamado a la verdadera solución, sin disfraces ni adjetivos innecesarios, como podemos lograr el verdadero triunfo. Así sí iremos a votar.
Caracas, 21 de septiembre de 2015 Luis Betancourt Oteyza
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