Tuesday, 8 December 2015

SHIÍES Y SUNÍES (JOSÉ TORO HARDY)

SHIÍES Y SUNÍES
JOSÉ TORO HARDY |  El Universal
martes 15 de agosto de 2012  

EN SU BIOGRAFIA, Una vida americana, el presidente Ronald Reagan se refiere al Medio Oriente en los siguientes términos: "Es una región donde el derramamiento de sangre sin sentido, en nombre de la fe religiosa, se ha venido produciendo desde tiempo bíblicos, y donde los sucesos modernos quedan para siempre moldeados por eventos trascendentales del pasado, extraídos desde el Exodo hasta el Holocausto".
En los recurrentes estallidos de violencia que se producen en esa parte del mundo, siempre salen a relucir los nombres de las dos principales facciones que dividen al Islam: shiíes y suníes. Esos grupos religiosos juegan un papel protagónico en los dos conflictos que actualmente asuelan a la región: el que se desarrolla en el Líbano y el que tiene lugar en Irak. Conviene pues remontarnos en la historia para revisar su origen.
HACIA EL AÑO 570 de nuestra era nace en la Meca el Profeta Mahoma, a quien el Arcángel San Gabriel le revela una nueva religión: el Islam, cuyos preceptos quedan recogidos en los 114 Suras del Corán. Aquel Arcángel San Gabriel era el mismo que seis siglos atrás le había anunciado a la Virgen María el nacimiento de Jesús y que unos dieciocho siglos antes de Cristo le había detenido la mano a Abraham para impedir el sacrificio de su hijo.
En el año 632 de nuestra era, Mahoma muere sin dejar un hijo varón. Antes de morir había dicho "Oh Señor, he entregado mi mensaje y cumplido mi misión".
En un principio, nada ocurre dentro del Islam, pues el título de Califa lo recibe su fiel y anciano amigo Abu Bekr, quien muere dos años después en el 634. Inmediatamente se desata la lucha por la sucesión. Por una parte la reclaman los representantes de la vieja aristocracia de La Meca, la tribu de los Quarish, quienes anuncian que no aceptarán a otro líder que a Umar. Por la otra parte reclama el califato Alí, primo y yerno de Mahoma, casado con su hija Fátima.
Prevalece la facción de Umar, quien adopta el título de Príncipe de los Creyentes e inicia una intensa campaña de conquistas territoriales que lo llevan incluso a apoderarse de Jerusalén, donde hace construir el hermoso Templo de la Roca, en el mismo lugar donde Abraham quiso sacrificar a su hijo y también donde siglos atrás se erguía el Templo de Salomón. Pero en el año 644 Umar muere asesinado. Le sucede entonces Othman, quien doce años después muere también asesinado por una turba de soldados, derramando su sangre sobre el manuscrito del Corán.
LE SUCEDE ALI, el yerno de Mahoma. Pero se desata una feroz guerra civil entre los fieles del Islam, porque muchos no aceptaban su liderazgo. En el año 661 Alí muere asesinado. Su muerte deja el campo abierto a su rival Muawiya, quien inicia la dinastía de los Omeya. Irónicamente, era hijo de Abu Sofian, quien en vida había sido el más amargo opositor de Ma homa.
En el 680 muere Muawiya. Dos posibles candidatos reclaman la sucesión; su hijo Yezeed, por una parte y por la otra Hussein, hijo de Alí y de Fátima y por tanto nieto de Mahoma.
Camino a Damasco, Hussein cae asesinado por más de 400 hombres al servicio de Yezeed.
El martirio de Hussein despierta una apasionada devoción entre sus seguidores y se produce un grave cisma dentro del mundo islámico que perdura hasta nuestros días. Quienes veneraban a Hussein y a su padre Alí, pasan a ser conocidos como los shiíes. Los seguidores del clan de Yezeed fueron conocidos como los suníes.
Shiíes y suníes se odian con saña desde el siglo VII de nuestra era, lo cual se ha traducido en recurrentes enfrentamientos y derramamientos de sangre.
En la actualidad, cerca del 95% de la población de Irán es shií, pero debemos recordar que no son árabes sino que étnicamente son de origen persa. Por otra parte, la gran mayoría de los pobladores de las monarquías teocráticas del Golfo Pérsico y de las otras naciones del Medio Oriente son suníes y árabes.
En Irak, la situación es algo diferente. Allí 60% son shiíes árabes en tanto que 35% son suníes. Por cierto, el actual gobierno de Irak fue elegido por la mayoría shií. El enfrentamiento con los suníes, grupo al cual pertenece Saddam Hussein, mantiene a ese país al borde de una guerra civil. Además, dentro de la población shií iraquí el grupo Hezbolá despierta no pocas simpatías.
MAS O MENOS 20% de la población del Líbano abraza el credo shií y son precisamente quienes con mayor vehemencia dan su apoyo al grupo Hezbolá (Partido de Dios), milicia armada libanesa que cuenta con el respaldo de Irán. El enfrentamiento entre Hezbolá e Israel está destruyendo al Líbano. La tragedia humana es abrumadora.
El gobierno de Irán es controlado hoy en día por el más radical fundamentalismo islámico shií. Pero también existen grupos islámicos fundamentalistas y radicales dentro de los suníes: tal es el caso de Al Qaeda cuyo líder es Osama Bin Laden.
Huelga decir que la inmensa mayoría de los shiíes y los suníes no son radicales ni fundamentalistas y sólo aspiran a vivir en paz y a honrar a Alá.
Y yo ahora me pregunto: ¿Qué hace Venezuela involucrándose en un lío tan antiguo, tan violento y tan extraño a nosotros?
josetoro@movistar.net.ve


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