"Venezuela me dió lo que yo no
tenía, lo que no habría podido tener en Chile nunca, que fue una manera sensual
de ver el mundo. Y eso, una vez que lo incorporé, me sirvió para la vida, para
la literatura. Yo no habría podido escribir La Casa de los Espíritus si me
hubiera quedado en Chile. Ese libro es cierto que responde a la nostalgia por
Chile, pero tiene todo el color y el sabor de haber vivido en Venezuela. Yo más
nunca volví a vivir en Chile. La dictadura duró 17 años, y en ese tiempo tus
hijos crecen en otro país. No te los vas a llevar de vuelta. Me costaron mucho
los dos primeros años en Caracas, porque no entendía las reglas del juego, que
eran tan distintas a las chilenas. No entendía o no aceptaba, la alegría
venezolana, la exuberancia, la abundancia, las ganas de parranda. Chile es un
país muy sobrio, y venía de una dictadura brutal. Yo venía de un invierno
cerrado, severo, y caigo en esta Venezuela hedonista, entonces me costó
habituarme. Pero una vez que la acepté, la amé. Venezuela siempre fue un país
que recogió gente, que acogía a los que venían de otros países escapando de la
violencia, la miseria, y de las dictaduras. Venezuela era el país que tenía las
puertas abiertas siempre, y ahora les toca a ellos irse."
Isabel Allende
Isabel Allende
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