Monday, 26 December 2016

Opinión de Antonio Sánchez García


Opinión de Antonio Sánchez García
Wahrheit ist konkret
“La verdad es concreta” Hegel
Poco después de la atronadora victoria electoral del 6 de diciembre de 2015, en una visita a Caracas, el ex presidente de Colombia y comprometido amigo de la oposición venezolana Andrés Pastrana podía darse por plenamente satisfecho. En un encuentro que sostuviera con Nicolás Maduro en Miraflores, su derrotado compatriota in partibus, le aseguró que no debía preocuparse: reconocería el triunfo opositor y daría curso a la proclamación de la flamante Asamblea Nacional, dominada por los demócratas en términos más que suficientes como para vehiculizar constitucionalmente todos los cambios que la bancada opositora estuviese facultada a realizar y estimara pertinentes. Respondiendo a las exigencias históricas que sus electores les plantearan, dándoles su voto.  Que debemos repetirlo una y otra vez, hasta que se entienda: el voto fue expresión del rechazo al régimen, no de aprobación a quienes las direcciones de los partidos amparadas en el chantaje unitario pusieran en lisa. La cena en que nos lo contara en presencia del ex presidente boliviano Tuto Quiroga, la esposa del detenido Alcalde Metropolitano Antonio Ledezma, Mitzy Capriles y el director de la organización que agrupa a los ex presidentes de Hispanoamérica (IDEA) Asdrúbal Aguiar, entre otros comensales, rebosaba de felicidad: al parecer, la pesadilla llegaba a su fin. Cumpliéndose a cabalidad el desiderátum de quienes llevan dieciocho años evitando enfrentarse a la dictadura: constitucional, pacífica, electoralmente.. Jamás olvidaré el mea culpa de un bloguero venezolano surto en Paris, porque había comulgado con quienes sosteníamos - ¡y el tiempo cómo nos ha dado la razón! – que dictadura marxista no sale con votos.
Confieso haber desentonado. Atenaceado por las dudas ante la voluntad desquiciadora del sátrapa y su vehemente y lacayuna subordinación a los tiranos cubanos, que sin el ordeño venezolano desfallecen, no me tragué el cuento navideño. Supuse, y para mi inmensa desventura tuve una incontrovertible razón, que una dictadura castrocomunista, como la que permitiera las elecciones al precio de la inmediata castración de los ganadores, no soltaría su presa, encontraría los medios de anular el efecto aparentemente mortífero de tal victoria, que los ganadores se darían por satisfechos en su vanidad personal holgándose de la victoria pero negándose a cobrar en efectivo, pasando de inmediato por taquilla. La victoria del 6 D, insinué ante el inocultable disgusto de los otros comensales, pronto se vería convertida en agua de borrajas. El Poder, seguí argumentando, se juega a unos niveles mucho más profundos y viscerales que en la superficie de las urnas y allí la infernal maldad, crueldad y porfía de los tiranos cubanos no daría su brazo a torcer. Muy a pesar de ser en los hechos, tal como lo aparentase entonces,  una victoria definitiva e irrevocable.
No es nada grato aguarle la fiesta a los amigos. Y desilusionar a quienes esperan ansiosos por la libertad de sus familiares.  Pero como bien lo dijo Hegel hace más de dos siglos, la verdad es concreta. Y ese triunfo, para convertirse en algo concreto, debía ser respaldado de inmediato por la rebelión civil y el enfrentamiento popular con la satrapía. Un mero capítulo, aunque fundamental, en el proceso de acumulación de fuerzas vivas con una sola meta: el desalojo, por la razón o la fuerza, de la satrapía. Nada de lo cual ocurrió. Ni al parecer,  por ahora, ocurrirá. Habiéndose cumplido un año de dicha victoria y a días de cumplirse un año de la puesta en funciones de la nueva Asamblea Nacional no se cumplieron ninguna de sus promesas: ni Nicolás Maduro fue revocado, ni todos los presos políticos liberados, ni se estableció un nuevo gobierno que diera cuenta de ese dramático cambio en la correlación de fuerzas. Seguí teniendo la razón: las fuerzas en correlación, para ser efectivas, deben ser concretas, como la verdad hegeliana, dar respuesta a esa inocultable enemistad entre la satrapía y la inmensa mayoría democrática en las clásicas formas de la lucha cuerpo a cuerpo: aplastando al enemigo. Y no se me responda con el clásico argumento de los cobardes: no tenemos las armas.. No hay arma más mortífera que un pueblo alzado, guiado por una vanguardia voluntariosa y decidida, como la que representara en el 2014 el ímpetu de Leopoldo López, María Corina Machado, Antonio Ledezma y la SALIDA. Traicionada de manera aviesa y cobarde por el llamado G-3.
Tampoco es grato reconocer que a pesar de ese notable triunfo opositor, quien triunfaría a la postre sin ceder un ápice de su Poder, manteniéndose apernado en el cargo y  agravando a destajo la ya devastada economía nacional, sería el sátrapa. Y a su través, el tirano que sobrevive en la Cuba castrocomunista y hace y deshace en Venezuela. Esperando hacerse con su poder total y absoluto.. Cosa que ni Barak Obama ni Jorge Bergoglio han estado dispuestos a reconocer. Y pronto veremos si Donald Trump accede a pasar bajo las mismas horcas caudinas o resucita la grandeza americana de los tiempos reaganianos. Para ellos, como muy en el fondo de sus corazones también para Acción Democrática, Primero Justicia, UNT y Falcón, ésta no es una dictadura, ni una satrapía ni una colonia cubana: es sólo y nada más que un mal gobierno. Al que se le debe permitir terminar su mandato. ¿Cómo entender si no que acepten de buen grado darle largas hasta diciembre del 2018? ¿Aún desconocen que tampoco entonces estarán dispuestos a dejar el Poder, anulando las presidenciales sin el menor peso de conciencia?
De parte de Maduro-Castro, ni magia ni prestidigitación: simple conocimiento a fondo de las leyes que rigen el enfrentamiento por el Poder en sociedades fracturadas, así como una perfecta identificación de las debilidades, complejos, taras e incapacidades existenciales del adversario, disposición a usar el puñal y la chequera para torcer sus voluntades y dominio del juego de amenazas y castigos que rigen sobre la arena de la lucha política.. Auténticos tahúres profesionales, crueles e inescrupulosos, del dominio y la esclavización. Con más de medio siglo de experiencia.  No aficionados recién salidos del cascarón universitario, como acontece con gran parte del nuevo liderazgo opositor.
De modo que ya atropellamos el año de transcurrido el 6D y pronto atropellaremos el año de transcurrido el 5E.Y en el colmo del descaro y la sinvergüenzura, ya algunos de los vendidos de siempre, conminan a repetir la ominosa claudicación dialoguera, parte 2. Cuando vuelvan a repicar las campanas por el diálogo quedará suficientemente en claro quién es quién. Quienes siguen colaborando con la dictadura y traicionando la voluntad popular por cautelar sus mezquinos y bastardos intereses, y quienes tienen el corazón bien puesto como para asumir la defensa de la Patria que los vio nacer. Todo lo demás es cuento.
Fuente: Diario El Nacional

Sunday, 4 December 2016

VIOLENCIA LEGAL CONTRA VIOLENCIA FORZOSA (Rafael Grooscors Caballero)

VIOLENCIA LEGAL CONTRA VIOLENCIA FORZOSA
(Rafael Grooscors Caballero)
Una “mesa de diálogo” con quienes todavía están con las armas en la mano, no puede entenderse sino como un “armisticio” entre potencias beligerantes, cuando más allá de la fuerza de sus cañones, la diplomacia impone un transitorio cambio estratégico que las obligue a deliberar. Lógicamente, este no es el caso de Venezuela, en el momento actual, porque quienes tienen las “armas” son los de uno sólo de los dos grupos que se intenta que dialoguen y quien inició la “violencia” es ese mismo grupo armado, el cual detenta el gobierno, controla la casi totalidad de las instituciones del Estado y mantiene una especie de asociación delictiva con las Fuerzas Armadas Nacionales; es decir, el “régimen”. El otro grupo, la oposición, representada por la MUD – alianza de partidos políticos-- tiene una “única” institución que lo apoya: la Asamblea Nacional o el Poder Legislativo, representante de casi el 70% del electorado nacional; o sea, del equivalente a 14 Millones de venezolanos con capacidad para participar en el arbitrio del destino de la Nación. El primer grupo cuenta con la fuerza bruta; el otro, con la fuerza de la razón. Antípodas incapaces, por sobrada diferencia, de entenderse en un mismo lenguaje –barbarie contra civilización—y mucho menos “sentarse a dialogar”, como cuando el aroma y el color de las flores nuevas resurgen en la más dorada primavera de un escenario exento de riesgos y peligros.
No puede haber “diálogo” entre quienes representan las balas y entre quienes tienen el apoyo solemne de los votos. El valor de estos últimos tiene que ser suficiente para acallar el estruendo de las primeras. En una democracia, en una sociedad civilizada, los votos valen mucho más que las balas. Y, en todo caso, ¿qué es lo que se tiene y se quiere dialogar? ¿El severo respeto a la Constitución o el vulgar reparto del “ouro preto” del presupuesto nacional? ¿Quién y cuándo se propuso y logró violentar la Constitución y burlarse impunemente de la sagrada voluntad de la mayoría de los venezolanos? Veamos:
El 6 de diciembre del año pasado, un 70% del electorado votó “contra” el gobierno de turno, contra los dueños del Poder, de manera que ni siquiera la múltiple usurpación de las instituciones en beneficio de los perdedores, del régimen, pudo impedir que se conociera el fallo inapelable de la soberanía
nacional. Los venezolanos escogieron a las dos terceras partes de los candidatos de la oposición, para que integraran el Poder Legislativo y para que, con base en la Constitución vigente, repelieran los atropellos contumaces y continuados de quienes venían operando como “dueños” de Venezuela, precipitando al país hacía un caos irremediable, hacia una insalvable caída, la cual nos arrastra cada vez con mayor fuerza hacia el vacío. Venezuela votó contra el gobierno y ordenó a sus representantes, “poner orden en la casa”.
Ahora bien, antes de que los representados –los venezolanos-- fueran oídos y sus representantes legítimos actuaran, el “régimen” se adelantó, “a la brava”, a desfigurar el orden republicano, apelando a una “falsa y perdida mayoría”, transformando en barricada --¡bélicos, al fin!— a uno de los tres Poderes del Estado, el Poder Judicial, designando, en forma írrita e inoportuna, trece nuevos magistrados, sin los créditos exigidos por la propia Ley Orgánica respectiva, para integrar la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia. Es decir, irrespetando el espíritu de la Constitución, la moral pública, el Estado de Derecho y repeliendo la voz de la mayoría de los venezolanos. ¡Un verdadero golpe salvaje imposible de justificar! En otras palabras, el “régimen” se lanzó a una carrera de “violencia forzosa” contra los votos, para lo cual habrá que buscar las balas para defenderlos, entendiendo como tales las figuras legales que configuren la misma fuerza con que ellas agreden.
Desde el mismo mes de enero, luego de su instalación, la Asamblea Nacional del pueblo, en su gran mayoría constituida por representantes de la voluntad nacional, ha intentado encontrar un camino para poner ese “orden en la casa” que les exigieron sus representados; 14 Millones de venezolanos. Pero todo intento ha sido “anulado” por el “frankenstein” de la perversa Sala Constitucional del TSJ, alegando, en curiosa y cínica hipocresía leguleya, la defensa de la “constitucionalidad” del ya oprobioso régimen dictatorial imperante en Venezuela.
Desde entonces se dejó de lado lo que ya es imperioso decidir. ¡Anular la írrita designación de los falaces magistrados, impuestos en los días distraídos de la pasada navidad de 2015 y nombrar a sus sustitutos! Apelar a la estricta legalidad de esta acción, tomando en cuenta lo que al respecto dictan la Constitución y la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, más la opinión acerca de lo que consideren conveniente, por ejemplo, las universidades y los colegios profesionales respectivos, representantes a su vez de la sociedad civil desvalorizada, así como de la inteligencia académica que tanto ha despreciado el régimen usurpador presente. Y, finalmente, organizar, con todo derecho y con toda la mayor fuerza operativa posible, una marcha entusiasta e incontenible, de convencidos y leales demócratas venezolanos, para acompañar a los nuevos magistrados hasta el Palacio de Justicia y presenciar, aplaudiendo, avivando con singular interpretación el Himno Nacional de Venezuela, su “magistral” ocupación sobre las sedes arrebatadas desde hace un año, por quienes, sin propiedad, las utilizaron para violar la Constitución de la República y para burlar la solemnidad, la seriedad y la firmeza, del pueblo venezolano. Esto es lo que conviene hacer ya, antes que nada y sin más pérdida de tiempo, para luego disponer las otras medidas que manda la ley, para, en definitiva, “poner orden en la casa”. ¡Manos a la obra!

grooscors81@gmail.com