Saturday, 13 October 2018

*SE METIERON CON LA GENERACIÓN EQUIVOCADA*

*SE METIERON CON LA GENERACIÓN EQUIVOCADA*
En la fila del supermercado, la cajera le dice a un señor mayor que debería traer su propia bolsa, ya que las bolsas de plástico no son buenas para el medio ambiente.

El señor pide disculpas y explica: "Es que no había esta moda verde en mis tiempos."

La empleada le contestó: "Ese es ahora nuestro problema. Su generación no puso suficiente cuidado en conservar el medio ambiente."

Tiene razón, le dice el señor: nuestra generación no tenía esa moda verde en esos tiempos:

- En aquel entonces, las botellas de leche, de refrescos y las de cerveza se devolvían en la tienda y las enviaba de nuevo al fabricante para ser lavadas y esterilizadas antes de llenarlas de nuevo, de manera que se podían usar las mismas botellas una y otra vez. Así realmente las reciclaban.

- Subíamos las escaleras, porque no había escaleras eléctricas en cada comercio ni oficina, así se conservaba energía eléctrica. 

- Íbamos caminando a los negocios en lugar de ir en coches de 300 caballos cada vez que necesitábamos recorrer 1  km. 

- Por entonces, lavábamos los pañales de los bebés porque no había desechables.

- Secábamos la ropa en una cuerda, no en secadoras que funcionan con energía eléctrica. La energía solar y la eólica secaban verdaderamente nuestra ropa.

- Entonces teníamos una televisión o radio, en casa, no un televisor en cada habitación. 

- En la cocina, molíamos en mortero y batíamos a mano, porque no había máquinas eléctricas que lo hiciesen por nosotros.

- Cuando empaquetábamos algo frágil para enviarlo por correo, usábamos periódicos viejos arrugados para protegerlo, no plástico de burbujas.

- En esos tiempos no usábamos podadora eléctrica para cortar el césped; usábamos una podadora que funcionaba a músculo.

- Hacíamos ejercicio trabajando, así que no necesitábamos ir a un gimnasio para correr sobre cintas mecánicas que funcionan con electricidad.

- Bebíamos directamente del grifo o en vaso de cristal cuando teníamos sed, en lugar de usar vasitos o botellas de plástico cada vez que teníamos que tomar agua.

- Cambiábamos las navajas de afeitar en vez de tirar a la basura todo el rastrillo sólo porque la hoja perdió su filo.

- En aquellos tiempos, los chicos iban en sus bicicletas a la escuela o caminando, en lugar de usar a su mamá o papá como taxista.

- Teníamos un enchufe en cada habitación, no varios multicontactos para alimentar una docena de artefactos.

-Y no necesitábamos un aparato electrónico para recibir señales desde satélites situados a miles de kilómetros de distancia en el espacio para encontrar la pizzería más cercana.

- Usábamos teléfonos fijos y sólo había uno cada diez casas.
Hoy Uds. tienen 10 por cada casa, y cuando los desechan las baterías contaminan la tierra y miles de litros de agua.

- Así que me parece lógico que la actual generación se queje continuamente de lo IRRESPONSABLES que éramos los ahora viejos por no tener esta moda verde en nuestros tiempos.

“Sabor a mí”

La siguiente anécdota sucedió en diciembre de 1957, cuando en la cena de Navidad, ya estando comprometidos, mi padre Álvaro Carrillo tomaba Whisky y entre trago y trago le depositaba un beso a mi mamá Anita.    Mi madre, como buena mujer, le empezó a reclamar que estaba tomando mucho, sugiriendo que dejara de hacerlo. Pero mi padre hacía “mutis” para servirse otro Whisky y así, sorbo tras sorbo y beso tras beso, los reclamos se hicieron rutina. En una de esas, mi mamá le dijo a Álvaro Carrillo que de tanto beso ya la estaba emborrachando, que ella sin tomar nada ya tenía en la boca el sabor a Whisky; Mi padre, tras una breve pausa, le reviró y le dijo: “lo que tienes en la boca no es sabor a Whisky es… sabor a mí”. Ambos, cómplices de la poesía, entendieron en ese momento que la frase suscitada de ese reclamo era una sentencia poética que debía convertirse canción. Mi madre la anotó como tarea para mi padre y, rompiendo su sobriedad, tomó un trago del vaso de mi papá y brindaron por el que sería, probablemente, el éxito más grande que Álvaro Carrillo haya compuesto.

Tanto tiempo disfrutamos, de éste amor
nuestra almas se acercaron, tanto así
que yo guardo tu sabor
pero tú llevas también... sabor a mí

Si negaras mi presencia en tu vivir
bastaría con abrazarte y conversar
tanta vida yo te di
que por fuerza llevas ya... sabor a mí

No pretendo ser tu dueño
no soy nada yo no tengo vanidad
de mi vida, doy lo bueno
yo tan pobre, qué otra cosa puedo dar

Pasarán más de mil años, muchos más
yo no sé si tenga amor la eternidad
pero allá tal como aquí
en la boca llevarás... sabor a mí

“Sabor a mí” se ha grabado en idiomas distintos al español: japonés, inglés, francés, alemán, mandarín, portugués, ruso, italiano, zapoteco. Le ha dado la vuelta al mundo en una interminable cantidad de voces y de veces. Sus grabaciones deben ser contadas en millones.  Desde que fue éxito (1960), jamás ha dejado de ser interpretada. Es un himno al amor y a la identidad, y contiene una cualidad que el compositor oaxaqueño Gil Rivera describe muy bien y le llama “frescura”, pues dice: “que si se le canta a una adolescente de 15, a una mujer de buena25, a una señora de 40 o a una abuelita de 70; todas ellas sentirán y escucharán el mismo mensaje de amor con el que fue escrito”.